24 de junio de 2010

El número de cristianos se incrementa aceleradamente en la tierra del Islam y su profeta


(Religionenlibertad - 23 junio 2010 )
Giuseppe Caffulli/Vita e Pensiero

La península arábiga encabeza la lista de las regiones del globo terráqueo donde la presencia del cristianismo está conociendo su máxima expansión. El incremento tiene sus orígenes en un imponente flujo migratorio que abarca a los países del Golfo. Los católicos constituyen hoy la mayoría entre los cristianos presentes en los países de la península.

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Paradojas de nuestro tiempo. Desde hace casi tres décadas, la tierra que ha dado nacimiento al Islam y a su Profeta está a la cabeza en la lista de las áreas del mundo donde la presencia del cristianismo está conociendo su máxima expansión. Pero no se trata de una expansión producto de conversiones, pues en estas tierras la posibilidad de abrazar la fe cristiana sigue siendo ilegal. El incremento tiene sus orígenes en un imponente flujo migratorio que abarca a todos los países del Golfo

En Arabia Saudita, sobre una población de 27.500.000 de habitantes, se estima que los inmigrantes son otros 8.000.000. Si se extiende la mirada a los Emiratos Árabes Unidos (EAU, una federación de siete emiratos: Abu Dhabi, Ajman, Dubai, Al-Fujairah, Ras al-Khaimah, Sharjah y Umm al-Qaiwain, situados a lo largo de la costa centro-oriental de la península arábiga), el cuadro es más impresionante: sobre casi 6.000.000 de habitantes, la población local no es más del 12-14 por ciento.

De estos inmigrantes, provenientes sobre todo de Extremo Oriente, forman parte cristianos pertenecientes a todo el arco iris confesional. En términos numéricos, los católicos constituyen hoy la mayoría entre los cristianos presentes en los países de la península arábiga.

La inmigración en Arabia Saudita y en los países del Golfo (además de Arabia y a los Emiratos, el fenómeno abarca a Bahrain, Oman y Qatar) nace con el boom petrolero. A partir de los años sesenta, la siempre creciente solicitud de crudo y la necesidad de explotar en forma cada vez más consistente los pozos de petróleo hicieron necesario el empleo de mano de obra proveniente del extranjero. Los primeros trabajadores extranjeros empleados en este nuevo milagro económico provinieron principalmente del vecino Yemen, el país que todavía hoy, con sus 23 millones de habitantes, es el verdadero coloso demográfico de la región.


Yemen, un caso especial

Hasta los años ochenta, los trabajadores yemenitas en Arabia Saudita superaban probablemente el millón. Las remesas de dinero de estos inmigrantes constituyen una parte importante del balance del Estado yemenita. Con la primera guerra del Golfo el escenario cambió radicalmente. El gobierno de Yemen se dispuso a apoyar a Saddam Hussein (quien invadió Kuwait) e imprevistamente Riyadh y Sana’a se plantaron como enemigas. En 1991, al menos 800.000 trabajadores yemenitas fueron expulsados, pues fueron considerados una amenaza para la seguridad nacional. Desde entonces, ningún trabajador yemenita puede obtener un permiso de trabajo en Arabia Saudita. Amargados y desocupados, los trabajadores yemenitas expulsados se convierten en víctimas de otra política saudita: la exportación de la doctrina islámica sunnita wahabita. Con la multiplicación en Yemen de escuelas coránicas wahabitas (queridas y financiadas precisamente por Arabia Saudita), crece en forma significativa también la inserción de los jóvenes yemenitas en las organizaciones jihadistas, con una recaída nefasta en el terrorismo internacional de matriz islámica. Un tercio de los detenidos en la base americana de Guantánamo es yemenita. Yemenita es también la familia de Osama Bin Laden, jefe de Al Qaeda.

Con la captación de los trabajadores yemenitas se abren en el sistema económico de Arabia Saudita (y, por reflejo, en los países del Golfo, que también han adoptado posiciones filo-occidentales en política exterior) enormes grietas. Desde comienzos de los años noventa, el gobierno de Riyadh se ve obligado, para garantizar el nivel de producción del crudo (el petróleo constituye todavía hoy el 88% de los ingresos del Estado y el 90% de las exportaciones), a favorecer la inmigración de un número cada vez mayor de trabajadores extranjeros desde los países de Extremo Oriente, sobre todo India, Filipinas y Pakistán.

La aceleración de la economía de los países del Golfo (en el año 2008, los Emiratos han tenido un crecimiento del producto bruto interno del 6,8 %; Arabia Saudita, del 4,2%), con la planificación de grandes infraestructuras y con un imponente crecimiento del sector inmobiliario, hacen de la península arábiga una de las áreas de más fuerte inmigración a nivel planetario.

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