26 de septiembre de 2009
La Iglesia denuncia las violaciones contra la dignidad de la mujer
25 Sep 2009 (AICA) - CAMINEO.INFO.- La Virgen de la Merced convocó ayer, jueves 24 de septiembre, a cerca de cuarenta mil personas que por la tarde se congregaron en la plaza Independencia, frente a la catedral de Tucumán, para participar de la misa en honor de la patrona de la arquidiócesis y generala del Ejército Argentino, que presidió el arzobispo, monseñor Luis Villalba.
Previamente se realizó la tradicional procesión desde la plaza Belgrano. La multitud de fieles llegó a formar una columna de seis cuadras, a la que se iban sumando los vecinos que al paso de la Virgen salían de sus casas o se asomaban desde las ventanas y balcones.
María es el arquetipo de la auténtica promoción femenina
“María es el arquetipo de la auténtica promoción femenina”, es “‘el nuevo principio’ de la dignidad y vocación de la mujer: de todas y cada una de las mujeres”, dijo el arzobispo en la homilía.
Afirmó que “la mujer, como el hombre, es imagen de Dios”, pero aclaró que “la igualdad de dignidad no significa ser idéntica al hombre. Esto sólo empobrecería a la mujer y a toda la sociedad, perdiendo la riqueza única y los valores propios de la femineidad”.
“La Iglesia -señaló- trabaja por el afianzamiento de la dignidad y la valoración de la mujer” y trabaja en su promoción humana y cristiana ayudándola “a salir de situaciones de marginación en que puede encontrarse y capacitándola para su misión en la comunidad eclesial y en el mundo. La Iglesia trabaja por favorecer los medios que garanticen una vida digna para las mujeres, especialmente para las que se encuentran en situaciones difíciles: separadas, madres solteras, mujeres prostituidas”.
En este contexto, el arzobispo subrayó que la Iglesia también “denuncia las violaciones contra la justicia y la dignidad de la mujer” en un tiempo en el que “aunque teóricamente se admite la igual dignidad de la mujer y el varón, en la práctica, con frecuencia, se la desconoce”.
A continuación, enumeró una serie de situaciones en las que se produce la marginación de la mujer: “Una prepotencia del varón: un cierto machismo, todavía existente, impide la promoción femenina como parte indispensable en la construcción de la sociedad. Con salarios desiguales, muchas veces se la convierte en objeto de consumo, disfrazando su explotación bajo el pretexto de evolución de los tiempos. También se acentúa la prostitución. En el sector laboral, se comprueba el incumplimiento de las leyes que protegen a la mujer. Igualmente se debe considerar la situación de abuso que se da en las empleadas domésticas”. Por eso advirtió entre otras cosas que “la justicia para la mujer en el trabajo requiere que se eliminen todas las formas de explotación como mano de obra barata”.
Monseñor Villalba subrayó por otra parte “el papel fundamental de la mujer como madre, defensora de la vida y educadora del hogar” y destacó la necesidad de “valorar a la mujer en todos los ámbitos de la vida”. En especial se refirió a “su vocación a la maternidad”, de la que “brota la singular relación de la mujer con la vida humana”.
En ese sentido afirmó: “La misión materna es también fundamento de una responsabilidad particular. La madre está puesta como protectora de la vida.
Dios es el Señor de la vida. La vida es un don. El hombre no es dueño de la vida. El niño concebido, no nacido, es el ser más pobre, vulnerable e indefenso que hay que defender y tutelar. La Iglesia se siente llamada a estar al lado de la vida y defenderla en la mujer”.
Pero “hoy se difunden diversas proposiciones reduccionistas sobre la naturaleza y la misión de la mujer: se niega su específica dimensión femenina, se la convierte en objeto de placer. Lamentablemente, algunas veces la lucha por la emancipación de la mujer llega a la violencia y a desconcertantes exigencias, como ser el derecho al aborto, al amor libre, a la homosexualidad”.
Por ese motivo el prelado indicó que “la emancipación y promoción de la mujer debe lograrse en conformidad con aquellas responsabilidades que brotan de su vocación a la maternidad, y, sobre todo, no puede nunca realizarse atentando contra la vida humana en gestación. El matrimonio, la maternidad y la familia son valores fundamentales. No puede haber progresos reales a expensas de estos valores”
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